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sábado, 17 de marzo de 2018

CEREMONIA DE RESTAURACIÓN DEL OJO QUE LLORA

Ayer 16 de marzo, se realizó un acto de restauración y conmemoración simbólica al MEMORIAL EL OJO QUE LLORA, debido a los daños ocasionados días antes en cuya acción de vandalismo se rompieron las piedras de los casos colectivos como Lucanamarca, Cayara o Barrios Altos.
En un acto de solidaridad, estudiantes, familiares, organizaciones culturales y ciudadanía en general, se dieron cita para limpiar, ordenar y volver a asegurar las piedras con cemento. La ceremonia inició con la participación del grupo cultural Yuyachkani, quienes con cantos a ritmo de tinyas y waqrapukus rindieron un saludo a las víctimas en muestra de respeto. También se hizo presente el Colectivo Estirpe de Ayacucho quienes entonaron huaynos en quechua para aliviar el dolor de la pérdida e invocar a la esperanza colectiva.
Cabe recordar que es la sexta vez que se atenta contra la memoria de las víctimas de la violencia que sufrió el país entre los años 1980 y 2000. Se recuerda que en otras ocasiones, se llegó incluso a manchar las piedras con pintura naranja y a romperlas con objetos contundentes.












AYACUCHO RECHAZA EL INDULTO (29 de diciembre del 2017)






















domingo, 20 de marzo de 2016

LA MEMORIA DE KENNETH



El jueves 17 de marzo, se develó una placa conmemorativa en homenaje al estudiante secuestrado y desaparecido Kenneth Anzualdo Castro en el LUM. El acto se realizó en cumplimiento con una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH), del 2009, dispone que el Estado peruano rinda reconocimiento al joven, al ser víctima de desaparición forzada.

Kenneth Anzualdo Castro estudiaba Economía de la Universidad del Callao, cuando una noche del 16 de diciembre de 1993 un grupo de individuos interceptó el bus de la línea 19B que lo llevaba a su casa con la excusa de estar investigando el robo de un auto, bajaron del bus a una “supuesta” pareja de enamorados y a Kenneth. En realidad la pareja eran agentes del Servicio de Inteligencia. A Kenneth no se le volvió a ver nunca más. Tenía 25 años. Por declaraciones de Jesús Sosa, alias ‘Kerosene’, que Ricardo Uceda recogió en su libro Muerte en el Pentagonito, sabemos que Kenneth fue conducido al Cuartel General del Ejército donde fue interrogado, torturado y asesinado. Sus restos fueron calcinados en un horno habilitado para quemar cuerpos en uno de los sótanos del “Pentagonito”. 




sábado, 29 de noviembre de 2014

VESTIGIOS EN LOS CABITOS


 En setiembre de este año, fueron expuestas las prendas halladas en las fosas del cuartel militar "Los Cabitos" en Ayacucho. Estos restos son practicamente el único vestigio para que los familiares de desaparecidos durante el conflicto armado interno puedan encontrar y reconocer a sus ausentes.

La exposición recorrió Lima por un mes, primero en el segundo piso de la Defensoría del Pueblo y luego en las Aldeas infantiles SOS en el distrito de San Juan de Lurigancho.

Antes de ingresar, el personal que custodiaba la muestra, les pedia a los familiares que cerraran los ojos y trataran de recordar la ultima vez que vieron a sus familiares con vida y pensaran en que ropa tenían puesta. Fueron 16 las familias que reconocieron la prenda de un ser querido.

Lidia Mancilla es una de ellas. Acompañó a su madre, Hilda Morales a ver la muestra, y pudo reconocer un short de azul desteñido como el que tenía su hermano cuando se lo llevaron un grupo de militares. "Es de mi hermano, José Carlos", dijo la joven. "Tenía una bolsita en su interior en la que se guardaba". La detención se tuvo lugar el 26 de junio de 1989 en la puerta de su casa en Huamanga, el joven tenía 20 años.

En el Perú todavía se espera  la constitución del Plan de Búsqueda de Desaprecidos, que estaría a cargo del viceministerio de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia. Mientras tanto, muchas familias siguen en la incertidumbre de no saber que pasó con sus seres queridos, sin llegar un lugar donde llorarlos, sin tener un cuerpo que velar.













sábado, 20 de septiembre de 2014

¿DÓNDE ESTÁ ERNESTO?



El 21 de octubre de 1990, Ernesto Castillo Páez  fue detenido y secuestrado en el distrito de Villa el Salvador por efectivos policiales, quienes luego de intervenirlo lo despojaron de sus pertenencias y obligaron a meterse en la maletera del patrullero para partir con rumbo desconocido. Desde ese momento no se ha sabido nada de su paradero. Lo único cierto es que Ernesto fue torturado y asesinado, sindicado injustamente como miembro de Sendero Luminoso.

Él era estudiante de Sociología de la Pontificia Universidad Católica de Lima (PUCP) y fue detenido mientras realizaba encuestas  para sus prácticas pre profesionales que desarrollaba en diversos distritos populares de Lima. Por desgracia, aquel día Sendero Luminoso realizaba actividades afines a su ideología criminal en el distrito, lo que motivó a la policía a realizar un operativo en el que se detuvo a varias personas, entre ellos a Ernesto que nada tenía que ver con aquella manifestación.

A partir de ese momento su familia inició una búsqueda infatigable que no se ha detenido hasta el día de hoy. Incluso el padre de Ernesto, el señor Cromwell Castillo ha presentado una denuncia ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) debido a que 3 de los 4 sindicados como asesinos de Ernesto han sido liberados sin que muestren la más minima piedad para decir donde se encuentran el cuerpo del estudiante.

La lucha por encontrar los restos de Ernesto continúa y es responsabilidad del Estado Peruano dar cumplimiento a esta obligación no sólo moral sino jurídica, ya que la CIDH en sus dos sentencias contra el Estado Peruano lo insta a que cumpla con esta obligación.

Estas fotografías son parte de la campaña realizada por la Coordinadora Contra la Impunidad CCI, para mostrar la constante lucha del padre de Ernesto, Cromwell Castillo, por encontrar a su hijo. Como Ernesto, son más de 15 mil peruanos y peruanas desaparecidos. La exigencia se hace evidente, un plan de búsqueda de desaparecidos efectivo.
















lunes, 14 de julio de 2014

INDOLENCIA Y TIERRA EN CIENEGUILLA




Texto y fotos: Miguel Gutierrez


Sentadas sobre su dolor, Susana Amaro y Pilar Fierro tocan la tierra que cubre la cruz sepultada. Y con ella las fosas y las investigaciones para recuperar los restos de los estudiantes y el profesor que todavía faltan encontrar. 

Como todos los años, ellas llegaron hasta Cieneguilla junto a los demás deudos para recordar a sus familiares desaparecidos. Tras un largo peregrinaje hasta el lugar, no pudieron avanzar más. Una montaña de tierra cubría lo que para ellos era un camposanto, un espacio de memoria y un altar donde pensaban instalar las flores y las velas que se quedaron apretadas a las manos impotentes.

Hilario Amaro fue el primero en enfrentar al olvido. Trepó arañando cada metro de tierra, mientras se hundían sus pies sobre el silencio de todo el lugar. No lo detuvieron ni el miedo, ni el odio, ni los años. Al llegar sólo atinó a decir señalando: “Allá estaba la cruz, allá estaba mi hijo.”

La indiferencia de la fiscalía y la indolencia de la constructora fueron cómplices para que el tiempo y los culpables sepultaran todo rastro de los cuerpos. La verdad no debe ser obstruida, la indiferencia no debe ser institucionalizada.